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martes, 26 de julio de 2011

Recuperación Urbana

      Como técnicos en el mundo de la construcción, responsables directos en la creación y consolidación de las ciudades y directores en la manera de influir en el vivir de los habitantes de las mismas, se debería de tener una profunda sensibilidad en la definición.

     El concepto de la rehabilitación o recuperación urbana es producto de una evolución: nace en el caldo de cultivo de algunas conclusiones de los Congresos Internacionales sobre Arquitectura Moderna (CIAM), negando en rotundidad el valor de recuperación urbana, no solo en las “preexistencias”, sino dejándole de reconocer valor al concepto duración [“las casas duran menos que nosotros, cada generación deberá construirse su propia ciudad” Sant Ella, Milán, 1914]


     Es a partir de aquí cuando la divergencia entre; el blanco y el negro; las preexistencias o las novedades; la recuperación urbana o el derribo, empiezan a ser más evidentes y la fracturas más visibles.


     Tras muchas y divergentes opiniones y definiciones de recuperación urbana, acordes con lo vivido en cada momento de la historia, se llegó a la evidencia de que tales procesos no podían abordarse desde la exclusiva óptica de la recuperación física de los edificios y ambientes urbanos, y se ha ido configurando una teoría de rehabilitación urbana como una opción urbanística que centra su mirada en la ciudad existente, frente al desarrollismo anterior (que todavía perdura desgraciadamente), que sólo concebía el “progreso” de las ciudades en términos de expansión y crecimiento en la periferias urbanas, unido a la destrucción de los cascos antiguos y a la sustitución por vulgares tipología de edificación propias de las periferias nuevas e intercambiables en cualquier ciudad de la época perdiendo la raíces, el arraigo a unas costumbres, a una situación y sobre todo al contexto del resto de la ciudad que la rodea.


     Por lo general, esa recuperación va íntimamente ligada al concepto “centro” – y también histórico -. Con una dificultad en su descripción, definida por algunos autores como un subsistema dentro del megasistema de la ciudad, evocando la complejidad, interrelación y dinamismo de este espacio. Es así que los centros históricos son piezas estratégicas en la estructura de nuestras ciudades.


     Podemos entonces ya definir el concepto de recuperación o rehabilitación urbana como yo lo entiendo;  siendo una actuación integrada, que comienza con el diagnostico pluridisciplinar que permite el conocimiento del barrio y que va más allá de los edificios, las infraestructuras o los espacios públicos, para implicar a los diferentes actores y habitantes. Es sobre esta base sólida sobre las que se han de tomar las decisiones clave, impulsar la gestión urbana, y establecer los agentes urbanísticos y los recursos económicos necesarios.


     Por ello esa recuperación se ha de centrar en tres aspectos fundamentales, sin un orden determinante y por lo tanto tan importante el primero como el último; en un primer lugar centrarse en que el objetivo preferente es el uso residencial, como segunda opción no olvidar la mejora de los equipamientos que hagan más rica la vida vecinal y en tercer lugar la recuperación y el desarrollo de zonas verdes, con el objetivo de crear una gran infraestructura que sirva como lugar de encuentro, de desarrollo social,…


     En resumen, el objetivo es el de situar sobre el terreno una estrategia de regeneración que permita detener el deterioro del tejido urbano y social, preservar sus valores patrimoniales, reforzar la cohesión social y favorecer la actividad económica.